jueves, 25 de diciembre de 2008

Luis Banchero Rossi

Un día llegó a Chimbote a venderle Lubricantes Kendall a su primo Mario Rossi que trabajaba en la “Envasadora Coishco”, ubicada al norte de la pujante ciudad. Estando allí visitó con él las instalaciones y averiguó sobre el uso de cada maquinaria. Le interesó el negocio. Saliendo de la planta y viendo hacia la gran bahía, se quedó maravillado de lo que vio, llegando a decir: “Me gusta el mar, no hay que arar o sembrar en él, sólo cosechar”. (Dialogo).

Era él, “Lucho” Banchero, a quien sus familiares llamaban “Lulo”. El mismo joven que diez años antes había sido enviado de la casa paterna en “El Carrión” en Tacna, a la casa de su tío Benito Rossi en Trujillo, para estudiar y recibirse de ingeniero. El mismo joven que vendía jabones hechos en casa y que un día le dijo a su prima Alicia: “en este país la plata está botada, sólo hay que recogerla. Si solo me dejaran hacer...”. (Dialogo).

El mismo joven que “tuteaba” a sus mayores; que aprendió a manejar automóvil con su prima Alicia; quien a su vez le enseñó también a bailar vals criollo y marinera; a tomar “amarrando el macho” y a fumar con “moderación”, y con la que se metió en el comercio del alcohol y en la venta de melaza, comprándose para ello una camioneta pick up para poder ir a vender esos y otros productos a lugares tan distantes como Huancayo, Juliaca, Arequipa y las serranías de Lambayeque, La Libertad, Huanuco y Cajamarca, haciendo de Productos y Forrajes S.A. la empresa más activa del mundo, tanto que hacía peligrar la supremacía de la prestigiosa “Bryce, Grace & Co” del Callao, una de las principales comercializadoras de alcohol en el Perú.

El mismo joven que asociado con Carlos A. Manucci, Donald Prousman y Fortunato Eleorraga, curtidos hombres de negocios norteños, establecieran Importadora Trujillo S.A., para la comercialización de automóviles, llantas, baterías y sobretodo Lubricantes Kendall, con verdaderos records de ventas a nivel nacional.

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El mismo “Lucho” Banchero que a su paso por Chimbote, vio que todo su prometedor futuro estaría vinculado sólo con el mar y que todo lo que hiciera para adelante no rompería nunca esa cerrada vinculación. Así lo comprendió Daniel Santos Castro, curtido pescador chimbotano conocido como “Cara de Papa”, el día que lo conoció y lo invitó a tomarse unos tragos para enterarse de “cómo iba”, de “cómo se hacía” el negocio de la pesca. (Dialogo).

Eso fue lo que lo animó a invertir su dinero y el de su socio Manucci en la compra de una pequeña fábrica conservera que andaba mal administrada y tenía deudas con el Banco Popular, la Pesquera Chiclayo, ubicada en la zona de San José. Su rostro resplandecía cuando le comunicó a “Cara de Papa” que había comprado la fábrica en remate y que esta ya era toda suya, llamándola Pesquera Florida S.A. (Dialogo).

Hasta aquí el joven “Lucho” Banchero tenía aún una buena participación en las empresas ya mencionadas, y no sólo eso sino que estaba en todas. Vendía Alcohol, forrajes con melaza, lubricantes, tractores, repuestos, a la vez que iba aprendiendo del negocio de la pesca, compraba pescado, vigilaba la producción, vendía conservas y viajaba continuamente para descubrir nuevos y “vírgenes” mercados para sus productos. (Dialogo).

El mismo se acercaba a los pescadores en el muelle, negociaba el precio de compra del bonito para sus conservas, discutía con los compradores de otras fabricas, invitaba unas cervezas para ganarse la confianza de unos y de otros. Se enteraba “de todos los secretos” de la bahía y llegaba a conocerlos personalmente como el más curtido pescador. Y hasta aceptaba los retos de “a ver quién bebe más sin desmayarse” o “al seco y voltea’o, a la moda del Callao”, como cuando reta a Carlos Aramburu a duelo de tragos. (Dialogo).

Es así como conoció y ganó como amigos y aliados, a Juan Sagarvarria Santessi (del Callao); a Juan Desmaisson Smith; y a todos y a cada uno de los jóvenes pescadores que un día no lejano serían los Patrones de sus Lanchas. Tenía que asegurar el permanente abastecimiento de pescado para su fábrica y no sólo comprándolo en el muelle, sino con sus propias lanchas de madera de 30 a 50 TM de capacidad en bodega y que fue comprando una a una. Se diversificaba.

Pero, no bastándole eso, decidió que debía tener lanchas de mayor capacidad y se metió a fabricarlas él mismo, estableciendo para ello un pequeño Astillero en Chimbote. De allí salieron sus primeras lanchas de madera de 80 y 100 TM de capacidad en bodega.

Un día se enteró que el fabricar harina de anchoveta era también un buen negocio, aunque aún “en pañales”, y que la Harina de Pescado (anchoveta) era un preciado alimento para pollos y cerdos en Norteamérica y Europa. Y se metió también de lleno en el negocio comprando en remate la Compañía Industrial Pesquera del Pacífico Sur S.A., de Monterrey, en California, para luego trasladarla integramente a Chimbote convertida en Pesquera Humboldt S.A., su primera fábrica harinera.

Por las necesidades propias de los negocios que empezaba a realizar, se venía a Lima, la ciudad capital. Al principio sólo los fines de semana, para visitar a su mamá y sus hermanos, deteniéndose a escuchar misa en alguna iglesia si era Domingo. Y una que otra vez bajaba hasta el Callao, para ver el puerto, tomarse unas cervezas y comerse un ceviche con los conocidos, y también para estudiar cómo iba “el asunto”. Ello le decidió a realizar serias inversiones en el primer puerto del Perú.

Nacieron así Compañía Pesquera Los Ferroles S.A., una fábrica harinera ribereña camino a Ventanilla (que cuenta con muelle propio), y Pesquera Industrial Callao S.A. (PICSA), su segundo Astillero, en lo que en ese entonces eran las afueras del Callao.

Su amigo Juan Sagarvarria Santessi (chalaco de nacimiento y que tenía un primo: Alfonso Santessi, que vendía repuestos para vehículos Dodge en el Callao) le acompañó en ese fecundo trajinar, de licencias y permisos, entre el ceviche y las cervezas. Ambas empresas serían con el tiempo las más grandes, las más eficientes y las más productivas.

En sus correrías por el Callao compartió sus negocios con los eran sus principales competidores: Manuel Elguera Mc Parlín (con su hijo Manuel Elguera Cantuarias);

Arturo Madueño Gonzalez (con sus hijos Fernando Arturo, Miguel y Alina Madueño Corvetto); y Marcos Ghio (con sus hijos: Tulio y David Ghio Massa); con los que sostuvo una gran amistad de muchos años.

Y fue en el Callao donde conoció también a otro provinciano: Humberto Elías Cifuentes Ruíz (de Huancayo), que como él se inició por si solo en los negocios, y que, trabajando con su Tío Juan Antonio de la Cruz Vecco , establecieron primero una pequeña empresa para el transporte autorizado de petróleo crudo, para abastecer de ese combustible a las fábricas de Harina de Pescado del Callao (entre ellas a la de Los Ferroles), y que después, en sociedad con su tío y también con su cuñado el Ing. José Luis Vásquez de la Cruz, entraron también en el negocio del abastecimiento de Anchoveta para las fábricas, con la adquisición de cuatro Lanchas pesqueras. La oportunidad de negocios estaba allí.

El trato desde el principio fue tan cordial que por más de diez años abastecieron primero de petróleo crudo y después de anchoveta tanto a Los Ferroles como a las plantas de Supe y de Pisco, con entregas casi interdiarias de sus primeros cuatro (4) camiones que después fueron siete (7) camiones cisterna que se iban en caravana hacia los extremos del Departamento de Lima (del Callao a Supe o a Pisco).

Así de amical y solidario era el hacer negocios con “Lucho” Banchero en los años del “boom” de la pesca (los 60’s). A él sólo lo vieron y lo trataron personalmente un par de veces, y eso fue suficiente para asegurar el abastecimiento, tener los documentos y los permisos en regla, y cumplir con los compromisos de entrega puntualmente, durante todos esos años.

Una vez que las cosas estaban ya viento en popa, como se dice, Banchero estableció oficina y departamento en el Edificio Internacional de la Av. La Colmena del centro de Lima. Desde allí empezó a exportar la Harina de Pescado de sus fábricas a mercados de Europa, constituyendo para ello Humboldt International S.A. con sede en el puerto de Hamburgo, en Alemania. Un año después y por razones de espacio muda sus oficinas al recién inaugurado Edificio El Sol, en la misma avenida, ocupando todo el 9no piso.

Sus operaciones de exportación se hacen tan agresivas que despiertan la preocupación de ciertos comerciantes ampliamente conocidos en los círculos internaciones de la exportación de la Harina de Pescado, tanto de EEUU como de Europa y de Asia. Ellos controlaban los mercados, los precios, las ventas, las compras, las reglas del juego, todo. Y no pensaban ni por un micro segundo permitir que unos neófitos e insignificantes peruanos primerizos, les arruinarán el sistema operativo que funcionaba y estaba ya establecido.

De entre ellos, el español Joaquín Peña y el francés Jacques Schwars, vinieron a Lima, Perú, al otro lado del mundo, para conocer a sus competidores en su propio “hábitat” y estudiar también sus debilidades. Frente a eso los peruanos, los grandes y pequeños productores nacionales acordaron formar el Consorcio Pesquero del Perú y depositar toda su confianza en “Lucho” Banchero como su representante directo.

En el ínterin, su astillero del Callao fabricaba ya lanchas de fierro negro de 100 TM de capacidad en bodega, y él formaba cuatro nuevas fábricas: Pescamar S.A. (en Supe); Pesquera ARGOS S.A. (en Chicama y en Pisco); y Pesquera Trujillo S.A. (en Supe). No deja de producir. Viaja a Europa con Carlos Sotomayor para negociar directamente con los compradores y cerrarles el paso a los especuladores y monopolizadores de mercados. Iban a “vender confianza”, no sólo harina y Banchero convence y vende en cantidades industriales.

Logra arruinar a Joaquín Peña con sus propias armas especulativas y acepta a Jacques Schwars como representante del Consorcio Pesquero Peruano en Europa. La Harina de Pescado peruana se vende “como pan caliente” en Francia, en Alemania, en España, en Inglaterra, en Holanda y en Italia, además de en USA y en Sudáfrica. Todos los productores peruanos ganan proporcionalmente a sus aportes de producción y exportación. Banchero gana un pequeño porcentaje más por intermediación.

Hasta ese momento las exportaciones se hacían por mar desde el puerto del Callao, ahora podrían hacerse quizás por avión desde el recién inaugurado Aeropuerto Internacional del Callao, ubicado en la Av. Faucett, cerca de la planta de Los Ferroles. Es en esos momentos que Banchero necesita centralizar la administración de todas sus operaciones pesqueras y para ello constituye Operaciones y Servicios S.A. (OYSSA), con sede en Lima, Perú, en el Edificio El Sol.

A su vez, constituye Empresa Periodística Nacional S.A. para publicar los Diarios “Sur” Y “Correo”, en cadena nacional. Contrata al “Gordo” Raúl Villarán Pasquel para que se encargue de esa labor, con oficina en el Edificio Internacional (su primera oficina cuando él empezó al llegar a Lima desde Chimbote, hace seis años). Para ese entonces Banchero había establecido residencia en la Suite 7 H del Hotel Crillón, en la misma Av. La Colmena, muy cerca de sus principales oficinas.

Un par de años después mudaría sus oficinas al Edificio del Jirón Huancavelica y ocuparía con OYSSA tres de sus cinco pisos, aunque tenía alquilado todo el inmueble.

En ese entonces se consideraba al norteamericano Harvey Smith como el productor pesquero No. 1 del mundo porque tenía 6 fábricas harineras, 60 lanchas de gran capacidad y un avión privado. Y fue a él a quién Banchero acudió para solucionar un pequeño problema de dinero y liquidez. Fue a proponerle establecer una Fábrica Harinera en el Callao y para su propio abastecimiento ofreció construirle, en su astillero PICSA, unas doce lanchas de fierro de 120 TM de capacidad en bodega. Le pagaron al contado por las seis primeras y pactaron el saldo para amortizarlo al efectuarse la entrega de cada una de las restantes.

Y Banchero seguía constituyendo fábricas y empresas: Cadena Envasadora San Fernando S.A.; Conservas Miramar S.A.; Pesquera San José S.A.; S.A. de Pesca y Envase Chimbote; Empresa Editora Albatros.A. y no deja de producir. Su astillero PICSA del Callao fabricaba lanchas de fierro de 180 TM en bodega y planeaban pasar la barrera de las 200 TM. En un solo año Banchero destronó a Harvey Smith como 1er productor pesquero del mundo, tenía ya 8 fábricas harineras, 2 fábricas conserveras, 130 lanchas, 2 astilleros, una cadena de diarios y dos aviones privados.

El y sólo él había colocado al Perú como el No. 1 en la lista de productores de Harina de Pescado de todo el mundo, y sin embargo, aquí en el Perú se le echaba la culpa de toda adversidad por pequeña que esta sea, y no sólo las relacionadas con la pesca. Fue por eso que en Febrero de 1967 se presentó en televisión en un programa que fue retransmitido hasta más allá de las fronteras del Perú. Todos querían conocer a “ese” que aparentemente tenía la culpa de todo lo malo que sucedía en el país.

Y todos los que le vieron y oyeron quedaron sorprendidos de lo mucho que conocía de su negocio la pesca, de leyes, de tratados internacionales, de las 200 millas, de recursos naturales no explotados, de producción, de costos/beneficios, de trabajo, de inversiones, de empleo, de políticas, etc. Habló de todo, lo explicó todo y convenció. Quizás esa noche se ganó más enemigos de los que ya tenía, pero el número de sus amigos de seguro que se multiplicó.

“Todo el futuro del Perú está en el mar, pero primero hay que ocuparlo, no basta con decir que es nuestro”... decía.

Unos veinte meses después, cuando todo iba mejorando aparentemente, el Palacio de Gobierno fue tomado por asalto y amaneció en manos de los militares. Se rompieron relaciones diplomáticas con los Estados Unidos de Norteamérica: USA. Empezó con la expropiación de todo lo que con el petróleo se venía vinculando, luego se expropiaron las tierras para que el campesino por sí solo las trabajara y viviera, después se expropiaron las minas, las industrias, las telecomunicaciones, y se postergaba la expropiación de todo lo vinculado a la pesca, protagonista del “boom” de los 60’s.

Primero se creó por Decreto Ley el nuevo Ministerio de Pesquería; luego se nombró a un General como Ministro de Pesquería; luego se creó por Decreto Ley la Empresa Pública de Comercialización de Harina y Aceite de Pescado EPCHAP; y por el momento Banchero y los otros grandes y pequeños fabricantes y productores sobrevivían. De momento nada fue tocado y mucho menos expropiado. Todos tenían la obligación de entregar su producción de Harina y Aceite a EPCHAP para que esta la comercialice.

El General Ministro Tantalean buscó el apoyo y la ayuda de Banchero, prácticamente le exigió que en el termino de un año él debería conocer todo y más de lo que Banchero conocía después de más de diez años de comercialización de Harina y Aceite de Pescado en el mundo. Y Banchero aceptó. Colaboró, como haciendo tiempo para algo magistral. (¿Habría llegado a pensar quizás que lo más saludable hubiera sido irse del Perú con todos sus proyectos y todos sus millones de dólares?).

En Diciembre de 1971, el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, visitó al General Velasco durante cinco horas en el Aeropuerto Internacional del Callao. En ese entonces Banchero ya era principal accionista del Banco Comercial del Perú; accionista y cabeza de un grupo fuerte en el Banco de Crédito del Perú; accionista de Panamericana Compañía de Seguros S.A. y había adquirido Líneas Aéreas Nacionales S.A. LANSA, en un momento en que esta era la primera línea aérea des país tras la bancarrota de Aerolíneas Peruanas S.A. APSA. Y sucedió la tragedia del avión de LANSA que se cayó en la selva en Navidad, con lo que le fueron suspendidos todos los vuelos. En ese entonces el gobierno militar estaba planeando constituir AEROPERU, como aerolínea de bandera, cerrándole el paso a toda posible competencia privada nacional. ¿No convenía al Gobierno militar la competencia?

Por otro lado, Chile, bajo el gobierno de Salvador Allende, firmó un acuerdo con el gobierno del Perú para apoyarse mutuamente, en el marco del Pacto Andino y manejar en común sus asuntos pesqueros. Perú le vendería atuneros fabricados por el SIMAPERU a Chile. Entre tanto Ecuador llegó a un acuerdo con los Estados Unidos para un mutuo apoyo en pesca, permitiendo con ello el ingreso de atuneros americanos dentro de su mar territorial ecuatoriano. Y Banchero, ya había negociado venderle Barcos pesqueros al Ecuador, fabricados en sus astilleros. Para eso debía viajar al Ecuador el 01 de Enero de 1972, para concretar el negocio. ¿Había también un notable conflicto de intereses, entre los planes de Banchero y los planes del Gobierno militar?

Así estaban las cosas el 1ro de Enero de 1972. El año que según el General Ministro Tantalean, “sería un buen año para la pesca”. Sería también un buen año para Banchero. Sin embargo, ese día, un fin de semana después de año nuevo, un Sábado feriado, un día de descanso, sin saberse como cambio de planes y se fue a su casa en Chaclacayo, donde fue traicionado, emboscado, golpeado, apuñalado y fríamente asesinado, frustrándose así todos sus planes. Todo parece indicar que sí hubo alguna conspiración y que de ninguna manera debía de salir vivo de su casa en Chaclacayo. Aparentemente los motivos sobraban.

Unos días antes de su muerte, en una actitud desconcertante, le había confesado a un amigo y compadre: “Estoy enmierdado”. Palabras duras que sin embargo tenían algún significado. Lo que él estaba tratando de decir es: “estoy embarrado”, “estoy rodeado de mierda”, “estoy atosigado de porquería”. ¿A quiénes se refería? ¿A qué “pedazos de porquería” se refería? No era él el embarrado, sino alguien o alguienes de sus alrededor, de su entorno. Alguien o alguienes a los que no les convenía de ninguna manera que “Lucho” Banchero siguiera viviendo y haciendo negocios más allá de las fronteras del Perú. Traición cercana es la palabra y algún día se sabrá toda la verdad.

Unos meses después de su muerte, Carlos Sotomayor era Gerente de Comercialización de EPCHAP; Jacques Schwars, otrora representante de Banchero y del Consorcio Pesquero del Perú, había pasado a ser representante de EPCHAP en Europa.

Y un año y cuatro meses después de su muerte (en Mayo de 1973), 105 fábricas de Harina y Aceite de Pescado de todo el país fueron expropiadas, con todos sus activos y pasivos, y pasaron a ser la empresa pública PESCAPERU. Con lo que el gobierno militar tenía ya en sus manos todo el ciclo completo: la extracción, la producción y la comercialización, el monopolio absoluto (de la pesca y del petróleo), sumiendo en la ruina a todos los pequeños extractores y productores. Y toda la plana mayor de OYSSA, la mejor empresa de Banchero, había pasado a servir en la monopólica estatal PESCAPERU.


http://scientiamellitus.com/sinopsis%20banchero.htm

viernes, 19 de diciembre de 2008

Chimbote y la tragedia del Terremoto del 70

"Solo en la ciudad de Huaraz, la cantidad de muertos supera la cifra de diez mil. Sin embargo, es posible que nunca se llegue a precisar el número, en vista de que los cadáveres están siendo enterrados por centenares, sin previa identificación, especialmente en los caseríos o zonas aledañas. A la cantidad de muertos antes anotada se suma 20 mil heridos contabilizados hasta el momento por el personal médico que presta primeros auxilios en la zona. Estos trágicos resultados han sido observados en la misma ciudad de Huaraz por este enviado especial, quien llegó allí al mediodía de ayer luego de un penoso viaje a pie que duró 50 horas. El cuadro es pavoroso. Huaraz está completamente destruida. La mayor parte de las casas construidas de adobe que componen el centro urbano se han derrumbado. Las restantes, levantadas en base a materiales nobles, cuando no han cedido totalmente a la fuerza del sismo, presentan tan graves daños que en la mayoría de los casos se las considera inhabitables".

Víctor Rodríguez. Enviado especial de El Comercio. Viernes 5 de junio de 1970.

La mayor pesadilla de los Andes es un recuerdo que flota en la memoria como un fantasma. Se refiere a cuarenta segundos fatídicos de hace treinta y ocho años. La contabilidad de las tragedias nacionales lo pinta brutal: una ciudad desaparecida, poblaciones sepultadas, un miedo que casi cuatro décadas después todavía reaparece cuando nuevos golpes sacuden al país.

El terremoto del 31 de mayo de 1970, un cataclismo de 7,8 grados en la escala de Richter, abrió grietas profundas en el lomo de la cordillera y en el destino de una nación. Los pocos sobrevivientes de la zona más afectada y primeros testigos dejaron relatos temblorosos de aquellos momentos. Muchos quedaron registrados en las páginas de El Comercio.

Los enviados especiales de este Diario fueron de los primeros en llegar a una región devastada. Por sus ojos se fue descubriendo la tragedia en las primeras planas. "Terremoto en el norte", anunció la portada del día siguiente, "se teme que el número de víctimas sea muy elevado". "Hay más de mil muertos", advirtió el titular de la segunda mañana.

Para el tercer día, las previsiones de descalabraron: "30 mil son nuestros muertos", clamó la primera página. Las desgracias venían repartidas desde Chimbote, Trujillo y, sobre todo, del Callejón de Huaylas. Llegaban de a pocos, por el corte de las comunicaciones, pero traían las voces necesarias para comprender el panorama.

"Hemos pasado la noche más triste de nuestra vida -declaró el alcalde de Huaraz-. En una infatigable jornada, que comenzó desde el momento de producirse el movimiento telúrico, grupos de voluntarios no dejaron de prestar auxilio a los heridos, rescatar cadáveres y proteger a mujeres aterradas y niños indefensos".

Las fotografías de esos días tremendos mostraban un panorama insólito: en el Callejón de Huaylas los escombros de una ciudad aprisionaban decenas de cadáveres sin sepultura, en Chimbote había gente que por necesidad debió refugiarse en construcciones derruidas, en Huarmey los pobladores se arriesgaban a cruzar un puente a punto de colapsar. Frases apocalípticas encabezaban las informaciones: "Luego del terremoto, siniestros aluviones cubrieron los pueblos", "Casi está en ruinas la ciudad de Huaraz", "Huaraz ofrece pavoroso aspecto".

Un dramático mensaje radial fue captado por breves minutos, ayer por la mañana, procedente de Huallanca. Decía: "Tuvimos un amanecer de terror. La tierra sigue temblando. Los cerros se desmoronan estrepitosamente. Una espesa nube de polvo cubre toda la región. La gente muere asfixiada". Y aquí se cortó bruscamente la comunicación. Asimismo, se supo que el caserío de Ampay, en la provincia de Bolognesi, había desaparecido totalmente. Una comisión que llegó a Barranca, viajando 24 horas a pie por los cerros, informó que de las tres mil casas que había en Ocros, solo 5 se mantenían en pie, entre las rocas y piedras de los cerros aledaños. Sobre otros pintorescos pueblecitos y caseríos del Callejón de Huaylas no se sabe nada. En cambio hay noticias sobre 23 muertos en Trujillo y sus distritos. En Huaraz la situación es desesperante. Faltan manos para sepultar los cadáveres, que en algunos barrios han entrado en descomposición. El hambre comienza a dejar sentir sus efectos. Se teme el desarrollo de alguna epidemia.

El Comercio, miércoles 3 de junio de 1970.

El reportero Javier Ascue, enviado por este Diario, fue el primero que llegó a Yungay. Había cruzado a pie las heladas punas de Áncash para constatar con sus propios ojos lo que había pasado. La señal de que iba en la dirección correcta fue el olor de los cadáveres que puso sus sentidos en alerta.

Al principio apuntaba los cuerpos que iba encontrando. Dejó de hacerlo cuando resbaló sobre una montaña de cuerpos abiertos. "Me queda el trauma de saltar cuando siento algo blando", dijo hace un tiempo, al recordar esa experiencia. Poco después encontró las palmeras enterradas que eran ya el último signo de lo que había sido una ciudad.

La población de Yungay estaba calculada en 25 mil personas. La vesania de esa historia era que por esos días se había organizado una feria comercial que reunía a pobladores de otras tres ciudades cercanas. De esa multitud, solo sobrevivieron 92 personas. Fueron las que alcanzaron la altura de algunos cerros para escapar del alud. El resto pereció bajo 50 millones de toneladas métricas de hielo y piedras. A una velocidad de 300 kilómetros por hora, esa masa fue tan letal como un arma de destrucción masiva.

"Casi me vuelvo loco, escuchaba voces que me pedían ayuda desde abajo, lloraba cuando los niños me preguntaban por sus madres, dormí una noche a la intemperie y no soporté más", ha contado Ascue sobre sí mismo. Su angustia de testigo no era exagerada: 20 mil huérfanos tuvieron que iniciar una vida distinta desde esa fecha.

Por ser nuestro territorio definitivamente sísmico, por estar en zonas de fallas geológicas, en las que los temblores y terremotos se originan, las edificaciones de nuestras ciudades deben ser asísmicas. Ciento por ciento asísmicas. La arquitectura está muy avanzada en ese sentido y puede garantizar construcciones resistentes.

Si a lo largo de una centuria ocurren como media docena de terremotos en el Perú, este fatídico accidente justificaría a plenitud un reglamento que obligase a los constructores de edificios, en la medida en que los problemas de orden financiero lo permitan, a incluir en sus obras como primer requisito el diseño asísmico, no solo en Lima sino en todas las ciudades del país. Será una prudente manera de aprovechar la enseñanza dejada por la desgracia.

Editorial de El Comercio, martes 2 de junio.

La conciencia se manifestó al mismo tiempo que las noticias desde el frente de infortunio. "El tiempo está mostrando las gigantescas proporciones del desastre", señaló un editorial del decano de la prensa nacional. Entonces tomaban cuerpo las evidentes fallas de previsión y, de paso, de organización para responder a las tragedias. "En el Perú está por escribirse la epopeya del hombre que sobrevive como los peces de peña, como los líquenes aferrados a las rocas", dijo en términos más poéticos un columnista nuestro de esos días.

Y, sin embargo, el país se movilizó de inmediato, como en cada llamado del dolor. Cuando ochenta paracaidistas del Ejército y la Guardia Civil tomaron el control de la zona, el drama fue paliado con actividades y gestos de solidaridad.

El Comercio puso a disposición del público su sistema radial para facilitar la comunicación entre familias separadas. La Universidad de San Marcos publicó un comunicado en que anunciaba la donación de un día de trabajo por parte de todos sus trabajadores. La Sociedad Nacional de Pesquería se comprometió a donar cien millones de soles, que serían cubiertos con aporte de las entonces poderosas empresas de harina de pescado. Incluso la selección peruana de fútbol, que por esos días disputaba el campeonato mundial de México, anunció desde allá que enviaría 11 mil dólares, salidos de las primas que le correspondían a cada jugador por su participación.

Los testigos de ese tiempo, los que se salvaron de la desgracia o quienes la vivieron de lejos, recuerdan el gesto como uno de los atenuantes del dolor en días tan trágicos. El Comercio lo consignó como un signo de esperanza.

Pese al sentimiento que embarga ahora al pueblo peruano por la tragedia sísmica que ha enlutado muchos hogares, en Lima y se sabe también que en algunas provincias se desbordó la alegría por el triunfo de nuestra selección frente al elenco búlgaro en su primera presentación en el Mundial de Fútbol de México. Los muchachos peruanos dieron el mejor paliativo para el dolor que embarga al Perú por la tragedia. En esta capital, desde las 4 de la tarde, la gente se "guardó" en sus casas o también en los bares y bodegas, donde hubo receptores de televisión para no perderse ni un minuto las incidencias del encuentro Cuando en las ondas sonoras se escuchó el pitazo final con el triunfo de Perú, la gente se lanzó a las calles para celebrar el triunfo. El ambiente que se vio el día anterior por la tragedia del sismo, lleno de melancolía y pesar, dio un vuelco increíble.

Por: David Hidalgo Vega


Aerofotografía: Chimbote de Antaño





Impresionante fotografía del Chimbote de antaño.

En ella se pueden apreciar las Avenidas Pardo, Bolognesi y Galvéz; así como el terminal del antiguo Ferrocarril y la Plaza 28 de Julio.











Foto del Hospital La Caleta el día de su inauguración.


jueves, 18 de diciembre de 2008

El ferrocarril de Chimbote


Corría el año 1871, Chimbote era un puerto pujante y se encontraba conmovido por la construcción de un ferrocarril que uniría Chimbote a la ciudad de Huaraz, abriendo la posibilidad de generar un tráfico importante de mercancías entre ambos pueblos.

Pero otro anhelo importante se harúa realidad en dicho año. La elevación de Chimbote a la categoría de Puerto Mayor.

Por Resolución Legislativa de 12 de julio de 1867, el Congreso de la República había autorizado al Poder Ejecutivo para que a la brevedad posible disponga que se "continúen los estudios científicos de los ferrocarriles que deben partir del Puerto de Santa a Chimbote, a la ciudad de Huaraz; y del de Pacasmayo a la de Cajamarca".

Nada hacía presagiar por ese entonces, que años más tarde, por Decreto del 10 de enero de 1888 - expedido por Don Andrés Avelino Cáceres - se resolverían los contratos suscritos en 1877 para la construcción de un tramo final del ferrocarril. La resolución estuvo motivada por el incumplimiento de los contratos por parte de los sucesores del que en vida fuera Don Enrique Meiggs. Fue entonces que el Gobierno tomó la posesión y administración del Ferrocarril de Chimbote.

A su vez, por Decreto del 9 de diciembre del mismo año, el Presidente José Balta disponía que desde el 1° de enero de 1872 se eleve el Puerto de Chimbote a la categoría de Puerto Mayor.

El referido Decreto contemplaba para el efecto una aduana en Chimbote, fijando las plazas de un Administrador con un haber anual de tres mil soles, un Contador con dos mil cuatrocientos soles anuales, un Oficial 1° con mil quinientos soles anuales, un Oficial 2° con mil doscientos soles anuales, un Vista con dos mil soles anuales, un Guarda Almacenes con mil cuatrocientos soles anuales, un Comandante del Resguardo con mil ochocientos soles anuales, un Teniente del Resguardo con mil doscientos soles anuales, y seis Inspectores cada uno con ochocientos soles anuales.

En el considerando que justifica la elevación a puerto mayor de Chimbote, se lee: "Que el trafico que se ha de establecer por el puerto de Chimbote con motivo de la construcción de un ferrocarril entre ese puerto y la ciudad de Huaraz, exige que se proporcione al comercio los medios necesarios para que ese tráfico se realice con facilidad y prontitud, elevando el indicado puerto a la clase de mayor, conforme se ha establecido en el contrato de construcción del ferrocarril".

A fines de 1895 el Pueblo de Chimbote, ya entonces con la categoría de Puerto Mayor, fue elevado a la categoría de Villa, gracias a una Ley aprobada por el Congreso de la República y promulgada sin número el 4 de diciembre de dicho año por el entonces Presidente de la República, Nicolás de Pierola.

En la referida Ley, que no solo eleva a la categoría de Villa a Chimbote, sino que también traslada la capital de la Provincia del Santa a ésta ciudad, se puede apreciar una curiosa contradicción.

La Ley señala: "Considerando, que es manifiesta la importancia actual y la superioridad del Puerto de Chimbote en la Provincia (*) del Santa" (...) "Elévese el pueblo de Chimbote a Villa y trasládese a él la capital del Distrito (*) del Santa".

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Chimbote: ¿Enclave Norteamericano?

Luego de la toma de Lima, los chilenos se encontraban en el dilema de mantener las fuerzas de ocupación, para organizar un nuevo gobierno peruano que fuese capaz de negociar la paz y aceptar las condiciones impuestas. De lo contrario, se daría la oportunidad de que las guerrillas aparecieran como tormenta por todo el Perú. Los chilenos no estaban convencidos de que la caída de Lima garantizaría la paz.

Mas tarde, la proliferación de guerrillas peruanas y la huida de Piérola habrían de confirmar sus dudas. Ante esto, era imprescindible para los chilenos formar un nuevo gobierno peruano con el cual tratar. Los chilenos requerían la recuperación de la normalidad en la capital, pero con la presencia chilena.

Luego de largas y extenuantes reuniones, resolvieron dar la Presidencia Provisional del Perú a García Calderón, el día 22 de febrero de 1881. Con esto, desconocieron a Piérola como mandatario y declararon de inmediato la necesidad de buscar la paz.

Este Gobierno fue establecido en el pequeño pueblo llamado De La Magdalena, instalándose un Congreso en Chorrillos. De La Magdalena contaba incluso con un ejército propio, armado por los chilenos, pero todas las gestiones y facilidades eran sólo la caricatura de un gobierno real, condenado al fracaso.

Es por ello que el mandato de De La Magdalena fue desconocido por casi todo el Perú. Cajamarca y Huaraz desconocieron la autoridad de García Calderón y el Ejército de Arequipa, de unos 4 mil efectivos, tampoco se sometió a sus decisiones.

Lo que los chilenos desconocían, era que García Calderón habría propiciado intervenciones extrajeras con las que intentaba zafarse de la presencia chilena; exigiendo que toda negociación encaminada a poner fin a la guerra, debía considerar la devolución de Lima o, cuanto menos, el traslado de su Gobierno al Palacio de la Capital. Es entonces que a mediados de julio de 1881, arriba al Perú el nuevo plenipotenciario norteamericano Hurlbut.

En Chorrillos y Ayacucho los peruanos acababan de realizar amplios congresos para decidir por el destino del país, donde quedó claro que las dos fuerzas imperantes de paz y de guerra, representada por García Calderón y Piérola respectivamente y presentes en los encuentros, eran por completo irreconciliables.

La visita de Hurlbut no podía ser más oportuna. García Calderón lo recibió a las horas de haber llegado. De inmediato, y sin demasiados preámbulos, Hurlbut recomendó mantenerse firme en la idea de lograr que Chile devolviese al Perú a los territorios ocupados. Para ello sugería al mandatario la necesidad de mantener las conversaciones, extendiéndolas por la mayor parte del tiempo que se pudiese.

Los Estados Unidos - según muestran escritos chilenos - estaban preparando la entrega de dinero prometido a Chile, con el que se pretendía convencerlos de desistir de su deseo de mantener los territorios tarapaqueños dentro del suyo.

Es en este preciso punto de la historia, que los chilenos denuncian que el mandatario peruano había ofrecido sorprendentes concesiones a los Estados Unidos a cambio de los "buenos oficios" que pretendía ejercer para evitar que Chile se apoderara de Tarapacá.

Entre estas ofertas - señalan escritos chilenos - estaría el puerto de Chimbote, sobre el cual Washington podría ejercer autonomía por un año y con posibilidad de renovación, convirtiéndolo en un verdadero enclave norteamericano en territorio peruano. A su vez, Perú facilitaría el uso de ferrocarriles y comunicaciones para el puerto.

Luego de esta denuncia - nunca comprobada - los chilenos disuelven la guardia armada de De La Magdalena. Entonces se volvió prioritario para los chilenos lograr la paz como objetivo central, acaso el único, para lo cual se decidió enviar hacia el interior peruano una fuerza destinada a contener a los caudillos locales.

Pocos días después, Chile ordenaría la abolición de cualquier autoridad, obligando a García Calderón a dimitir y clausurar su breve gobierno.

Los chilenos insistían que García Calderón le había reiterado al norteamericano su ofrecimiento de Chimbote, el mismo día 28 de septiembre. Poco tiempo después, el ex mandatario era llevado detenido a Chile.

Es este un pasaje de la historia de la Guerra de Pacífico poco conocido y nunca aceptado por el Perú, pero que sin embargo es necesario analizar desde la perspectiva histórica.

martes, 16 de diciembre de 2008

Memorias de la Guerra con Chile

Desde muy pequeño recuerdo haber escuchado a mi venerable abuela, Doña Manuela Lucero Vda. de Ortiz, hablar del salvajismo con que actuaron los chilenos durante la invasión a Chimbote en la Guerra del Pacífico y de los fusilamientos en la denominada "Cuesta de Chile"; tanto como a mi madre contarnos de las reuniones que años más tarde y casi de manera clandestina, realizaba la colonia China en la quinta cuadra de la Av. José Pardo.


Interesado por el tema, me puse a revisar escritos chilenos respecto a la Guerra del Pacífico y encontré interesantes notas sobre la barbarie de la que mi abuela hablaba y que fue personificada por el militar chileno Patricio Lynch.


Dentro de la historia del Perú, Patricio Lynch ha quedado marcado como uno de los más odiados personajes de la Guerra del Pacífico. El historiador Rubén Vargas Ugarte describe a la expedición con las siguientes palabras: "La expedición se puso a las ordenes de Patricio Lynch, cuyo nombre pasará como el de Átila, como sinónimo de robo, crueldad y barbarie".


Pero las criticas no terminan ahí, algunos historiadores chilenos registran las siguientes apreciaciones sobre la expedición del militar chileno: "no había podido, a la verdad, idearse, ni aun dentro de un cerebro enfermo empresa mas fuera de razón, de propósito i de oportunidad, sin tomar en cuenta la implícita barbarie que a toda expedición de destrucción de propiedades va afecta, sea en el mar o sea en tierra firme. Ívamos a resucitar los días de los corsarios en nuestro propio suelo, cuando el mundo entero, de común acuerdo, acababa de abolirlos.."


Para algunos historiadores contemporaneos, se trataba de "... un mercenario irlandés al servicio de Chile, que lanzó una serie de correrías a lo largo de la costa norte del Perú con el doble objeto de pillaje y destrucción del espíritu de guerra del Perú".


La expedición dirigida por Lynch, luego de desembarcar en Chimbote, realizó un raid hacia el interior, en demanda de los ingenios de azúcar. Luego desembarcó en Paita, Chocope, Acospe, San Pedro de Pacasmayo, etc. Los muelles donde era posible el desembarco de material de guerra eran destruidos, lo mismo las estaciones y vías férreas.


El Ferrocarril Chimbote-Tablones-Huallanca lo utilizaron para destruir la hacienda Palo Seco de don Dionisio Derteano, quemar siete locomotoras y arruinar luego la propia vía. Lynch destruyó plantaciones de algodón y de azúcar, e incendió estructuras públicas, mató ganado, liberó a chinos coolies, generando tumultos de éstos a su partida.


Exigió tributos y rescates entre los propietarios. Las propiedades extranjeras generalmente eran respetadas por Lynch, posibilitando a varios peruanos proteger sus propiedades al transferir éstas a extranjeros antes del arribo de las fuerzas chilenas.


Los objetivos de la Expedición Lynch han quedado registrados : distraer las fuerzas concentradas en Lima, llamando la atención a distintos puntos donde las fuerzas chilenas desembarcarían; imponer contribuciones de guerra en los pueblos próximos a la costa y algunos del interior, para atender con ellos el mantenimiento del ejército chileno y producir el pánico de la guerra en las poblaciones más comerciales del Perú.


Asimismo, hacer sentir las consecuencias de la guerra a los acaudalados del norte del Perú y mantener el espíritu público en Chile. Provocar en Lima tal vez una revolución con los cargos que la impunidad de las operaciones harían nacer contra la imprevisión del gobierno de Piérola. El Ministro chileno Vergara, aparte de los objetivos anteriormente indicados ordenó la destrucción de todo el sistema ferroviario en el norte del Perú.


En una carta que dirige Lynch a sus superiores, detallando los siniestros planes de la Expedición, se puede leer: "Por distar Huarmey sólo dos leguas de Chancay, término del ferrocarril de Lima al norte por la costa, y mediar una distancia de 20 leguas de Huarmey a Huaraz, si se viera algún peligro para la internación de la división, se dirigiría sin perder tiempo a Chimbote, para desembarcar en ese magnífico puerto, que sirve hoy al comercio de Lima y Callao, después de imponerle la correspondiente contribución de guerra, marcharían por la costa sobre Trujillo, que dista quince leguas de Chimbote, pasando por Virú y Moche, puertos que cuentan con toda clase de recursos".


Benjamín Vicuña Mackenna, documenta el manifiesto de embarque del botín de guerra de Lynch, llegando a las siguientes cantidades: "En cuanto al botín de Guerra, que ni la riqueza, ni la moralidad, ni el buen nombre de Chile para nada necesitaba....consistía aquel en definitiva en unos tres mil sacos de azúcar, 700 a 800 sacos de arroz, 500 pacas de algodón, 17 bultos de chafalonía de plata, 29,050 libras esterlinas en jiros sobre Europa, que no sabemos si fueron alguna vez cubiertos, 11,428 pesos plata, cinco mil soles papel, i cuatrocientos chinos de lo peor de la raza amarilla que desde entonces comenzó a invadir desde Arica los puertos de Chile, sin hacer cuenta de una infinidad de pequeños artefactos o ingredientes que por rubor no nombrarlos".


En las actas de la sesión secreta del Senado Chileno llevada cabo el 29 de Septiembre de 1880, se lee: «A juicio de Su Señoría, esas operaciones eran indignas de nuestro ejército y constituían una verdadera deshonra para la República, para su grandeza moral y su historia futura».

El puente sobre el Río Santa

No tengo memoria de la cantidad de veces que he cruzado el puente sobre el río Santa en la Panamericana Norte. Sin embargo, no olvido aquel paseo escolar que a mis apenas 10 años tuve al espectacular río que discurría amenazador bajo su imponente estructura de concreto.


A cuarenta años de aquel episodio, se me ocurrió buscar los antecedentes legislativos de aquel puente, que en un sector de la Panamericana Norte abraza al caudaloso río Santa. Descubrí que su antecesor fue un puente colgante que por primera vez unió los departamentos de Ancash y La Libertad a inicios de los 900s.


Pero la decisión de construir puentes en el país, se adopta el 20 de noviembre de 1839. En dicha fecha el Congreso de la República, reunido en la ciudad de Huancayo, dispuso que el Poder Ejecutivo construya puentes en los principales ríos del interior y de la costa que carezcan de ellos. Se autorizó a imponer un derecho moderado de pontazgo - pago que se hace para pasar por un puente - en los nuevos puentes que hiciese construir, hasta que se reintegre el costo que estos ocasionaren. Para ese entonces, uno de los mayores obstáculos que se oponían al tráfico terrestre era la falta de puentes a lo largo y ancho del país.


En virtud de ello, el año 1905 encontramos los primeros antecedentes legislativos del puente sobre el río Santa: la Resolución Legislativa N° 156 rubricada y promulgada por S.E. Balta (sic) el 1 de diciembre de 1905. Efectivamente, a través de esta norma legal el Congreso de la República dispuso que el Poder Ejecutivo "... mande hacer por uno de los ingenieros que tiene a su servicio, el plano y presupuesto de un puente colgante sobre el río Santa, que comunique los departamentos de Ancachs (sic) y la Libertad, en un punto de la costa.", debiendo dar cuenta del resultado de los estudios.


Sin embargo, no fue sino hasta el 25 de octubre de 1908 - una vez concluidos los estudios y elaborado el presupuesto del puente - que el Congreso de la República consignó en el Presupuesto General de la República la cantidad de nueve mil libras, en dos anualidades de cuatro mil quinientas libras cada una, para la construcción de un puente colgante sobre el río Santa en la provincia del Santa. Esto se desprende de la Ley N° 901, promulgada por el Presidente Augusto B. Leguía.


Por aquella época, Recuay era otro punto del río Santa en el que se estimaba de imperiosa necesidad la construcción de un puente. Es así que en 1903 el Congreso de la República aprueba consignar en el Presupuesto del Departamento de Ancachs (sic) para 1904, la suma de 200 libras, destinadas a la construcción y colocación de un puente de alambre sobre el río Santa, que facilite el tráfico al asiento minero de Recuay. El entonces Presidente Augusto B. Leguía promulga la Ley el 10 de noviembre de 1903.


Pero ante la insuficiencia de los recursos consignados para el puente Recuay sobre el río Santa, el 31 de octubre de 1906 el Congreso de la República aprueba la Ley N° 300, a través de la cual consigna en el Presupuesto General de la República, por una sola vez, la cantidad de mil treinticinco libras, seis soles, treinta y tres centavos. El objetivo era completar lo que se necesitaba para la construcción del puente de alambre sobre el río Santa, fronterizo a Recuay. La Ley es promulgada por el Presidente José Pardo el 9 de noviembre de 1906.


Pero la historia del puente colgante Recuay sobre el Río Santa, aun no terminaría. El 9 de diciembre de 1909, el Congreso Regional del Norte, con sede en Cajamarca, consignaría en el Presupuesto General de la República, "... la suma de trescientas libras peruanas, para la terminación del puente sobre el río Santa, en Recuay". La Ley N° 136 fue promulgada por el Presidente Augusto B. Leguía.


A estos dos puentes, le antecedieron otros, como uno de cal y piedra en Pumachaca, que se justificaba en la imperiosa necesidad de facilitar el tráfico comercial entre las provincias de Pallasca, Pomabamba y Pataz con las de Huaraz y Huaylas. Las partidas presupuéstales correspondientes fueron consignadas en el Presupuesto General de la República de 1901 y una ampliación presupuestal fue consignada en el Presupuesto Departamental de Ancash en 1909.


Es esta la historia de los puentes sobre el río Santa. Historia que nos retrotrae en el tiempo hasta la época en que un puente colgante era el que unía a los departamentos de Ancash y La Libertad, en el mismo lugar en el que hoy se ubica el puente de concreto que forma parte de la Panamericana Norte.


















Gratitud perpétua a la Provincia Del Santa

Agustín Gamarra fue un General peruano que se incorporó a la causa de la Independencia; llegando a ser Presidente del Perú en dos periodos: de 1829 a 1833 y de 1838 a 1841.

Destacó en la Batalla de Ayacucho, luego de la cual fue nombrado Jefe del Estado Mayor. En 1828, luego de la invasión a Bolivia, fue nombrado Mariscal.

Gamarra tuvo un carácter muy activo por lo que se ausentó varias veces de la capital para sofocar rebeliones y levantamientos en diversas partes del País. Le obsesionaba la idea de la formación del Gran Perú mediante la anexión de Bolivia.

En estos viajes hacia el interior del país, estuvo en la Provincia del Santa, donde apreció directamente los inmensos sacrificios de sus pobladores a favor de la causa de la restauración de la Independencia.

El General Gamarra, por entonces Presidente de la República y testigo de las luchas por la independencia libradas en las provincias del Santa y de Huaylas, promulgó el Decreto del 4 de enero de 1839, concediendo a estas provincias el beneficio tributario de exención de la contribución personal.

En los fundamentos del Decreto se hace referencia a la gratitud que le debe la Nación a los pobladores de las Provincias del Santa y de Huaylas por su decidido apoyo al denominado Ejercito Unido Restaurador.

El Decreto consigna lo siguiente: "Considerando que los patrióticos e inmensos sacrificios prestados en la presente lucha, a favor de la causa de la restauración, por las Provincias de Huaylas y Santa, las hacen eminentemente acreedoras a la gratitud perpetua del Perú, no menos que a una reparación competente.".

Es en razón del fundamento expuesto, señala: "Por el espacio de cuatro años, que empezarán a correr desde el día en que termine la actual guerra, quedan excepcionadas las provincias de Huaylas y Santa; del pago de la contribución personal".

El Decreto continua de la siguiente manera: "El valor de los suministros que hubieren hecho en granos, carnes, caballos, mulas y otros artículos para auxilio del ejercito, les será abonado por la tesorería departamental de los fondos de contribución de las otras provincias". El Decreto fue dado en la ciudad de Caraz y señala que "El Gobierno ha sido testigo inmediato del entusiasmo de la población por la independencia".

Meses más tarde - concluida la gesta de la restauración de la independencia - el Congreso aprobó el Decreto del 4 de octubre de 1839, haciendo efectiva la gracia concedida. Esta norma fue promulgada en la ciudad de Huancayo por el General Agustín Gamarra, pudiendo encontrarse en éste la rúbrica de Don Ramón Castilla.

En el fundamento del Decreto se puede leer: "Que la Nación debe hacer efectiva esta gracia concedida a su nombre por la autoridad que representaba al Perú y estaba investida de todas las facultades para hacer cuanto fuese conveniente a la salvación de la patria".

Finalmente, un año más tarde, se expide el Decreto del 8 de octubre de 1940, modificando la forma en que se exceptuaba a las provincias de Santa y Huaylas de las contribuciones. Se dispone que a partir de dicha fecha "En cada año se cobrará solamente a las provincias de Huaylas y Santa, la contribución correspondiente al semestre de Navidad, quedando el de San Juan a beneficio de los contribuyentes, hasta que se completen ocho semestres que son los que corresponden a los cuatro años de gracia".

Es este el reconocimiento que hizo la Nación a la decidida participación de los pobladores de las provincias del Santa y de Huaylas en la lucha por la independencia del Perú, según consta en los Anales del Congreso de la República.

El eclipse que llevó el agua a Chimbote

Hace unos días me puse a revisar en los Anales del Congreso de la República la legislación sobre Chimbote y me encontré con algunas curiosidades legislativas que - en consideración a la ciudad que fuera testigo de mi niñez y juventud - pretendo compartir con ustedes gracias a la generosa atención de amigos y periodistas locales.


A principios del siglo pasado Chimbote era un puerto que recién empezaba a vislumbrarse como uno de los más importantes del país. La gratitud del mar que baña sus costas lo mostraba como un puerto en acelerado crecimiento; sin embargo no contaba con servicios de saneamiento, pese a la exigencia de sus autoridades locales.


Por aquella época, la única forma de dotar de agua potable a la ciudad era a través de los denominados "pozos artesianos". Es decir, agua que brota superficialmente como un surtidor, como resultado de perforar un acuífero confinado cuyo nivel freático es superior al nivel del suelo.


Antiguamente se creía que las aguas subterráneas procedían del mar y habían perdido su salinidad al filtrarse entre las rocas. Luego se comprobaría que se trataba de agua procedente de la lluvia. Las aguas subterráneas forman grandes depósitos que en muchos lugares constituyen la única fuente de agua potable disponible.


Pero, retomando la historia, frente a la carencia de servicios de agua en Chimbote, el Congreso de la República aprobó una Ley consignando en el Presupuesto de la República de dicho año la cantidad de dos mil Libras para los estudios y perforación de pozos artesianos. Estos pozos proveerían de agua potable al Puerto de Chimbote y demás del litoral que carecían de dicho elemento.


Ante la negativa del Presidente de la República a promulgar la Ley aprobada por el Congreso y de está manera darle vigencia, Don Antonio Miro Quesada - por entonces Presidente del Congreso de la República –  promulgó la Ley N° 197, el 24 de enero de 1906. De esta manera se consiguieron los recursos necesarios para que Chimbote contara con pozos artesianos.


Sin embargo, no fue sino veintinueve años más tarde - en 1937 - que el Poder Ejecutivo, haciendo uso de facultades delegadas por el Congreso de la República, promulgó una Ley a través de la cual se declaraba de suma urgencia el financiamiento y la ejecución de las obras de saneamiento en Casma y Chimbote.


Coincidentemente, por aquel año se anunciaba que en junio habría un eclipse solar que de un momento a otro convertiría el día en noche. Casma, se decía, sería uno de los lugares desde donde tan trascendente fenómeno natural se apreciaría en su mayor magnitud.


Fue entonces que no se encontró mejor justificación para que se financiara y ejecutaran las obras de saneamiento de Casma y Chimbote requerían. "Debido al fenómeno solar y la evidente posición de privilegio de la ciudad para observarlo - señalaba la Ley - se recibiría a científicos extranjeros ansiosos de observar el eclipse solar". En tal razón, era necesario contar con dichas obras para la fecha en que se anunciaba el fenómeno.




El 1 de abril de 1937, el Presidente Oscar R. Benavides promulgó la Ley N° 8521, disponiendo que la Caja de Depósitos y Consignaciones ponga a disposición de una Comisión que designaría el Gobierno, el monto total de los fondos que tenga depositado a la fecha a fin de que éstos sean empleados en las obras de saneamiento respectivas.


La Ley 8521 lleva por título "Saneamiento de Casma y Chimbote" y en las consideraciones que motivan su promulgación se lee: "Considerando; que en la ciudad de Casma del Departamento de Ancash se percibirá más claramente en el mes de junio del presente año un eclipse de sol y que con tal motivo dicha ciudad será visitada por personal científico extranjero, siendo conveniente que para esa fecha ya estén terminadas ciertas obras de carácter local proyectadas por el Concejo Provincial del Santa".




Fue así como, gracias a un eclipse solar, Casma y Chimbote lograron contar con servicio de saneamiento.